A casi diez años del estreno de la primera película, la secuela dirigida nuevamente por Jared Bush y Byron Howard se siente más grande, más osada y más consciente de su propio universo. La narrativa arranca cuando un extraño incidente sacude varios distritos de la metrópoli animal, obligando a Judy y Nick a internarse en zonas poco exploradas y enfrentar un misterio que desentierra viejos secretos de Zootopia.

Uno de los elementos más atractivos de esta continuación es la expansión geográfica y social: barrios nuevos, comunidades poco visibles y personajes que aportan matices inesperados, como Nibbles Maplestick, quien rápidamente se convierte en uno de los rostros más carismáticos de esta entrega. Su presencia equilibra el humor y la tensión durante la investigación, especialmente cuando entra en juego la figura enigmática de Gary De’Snake.

Visualmente, la película luce más detallada que nunca. Las persecuciones, los contrastes climáticos y las secuencias de infiltración muestran la evolución técnica de Disney Animation, aportando dinamismo y un ritmo que rara vez decae.

Sin embargo, no todo es celebración. Aunque la dupla Hopps–Wilde conserva la chispa que los volvió tan queridos, hay momentos donde la historia opta por un camino más seguro. Algunos críticos han señalado que esta secuela suaviza el tono crítico de la primera y prioriza una aventura más ligera, lo que puede sentirse como una oportunidad desaprovechada para profundizar en los conflictos sociales que hicieron tan potente al filme original.

Aun así, Zootopia 2 entrega una experiencia entretenida, visualmente vibrante y con suficiente corazón para conquistar tanto a quienes siguen a estos personajes desde 2016 como a las nuevas audiencias que se suman a su mundo.